Mi humilde petición

Sería de agradecer que cada cual deje sus comentarios en la entrada que crea oportuna...tanto los buenos como los no tan buenos. Así puedo hacerme una idea de cómo mejorar y en qué aspectos :)

viernes, 17 de junio de 2011

Todo a la vez

Semanas. Llevo semanas queriendo escribir algo…Necesitando desahogarme con boli y papel, pero ¿por dónde empezar, si después del primer problema viene otro, y después otro más? ¿Sobre qué escribir, si sientes tantas cosas diferentes y contradictorias a la vez? Pena, miedo, furia, alegría, liberación, culpabilidad, confianza, soledad, desesperación, alivio, traición, ganas de gritar...muchas ganas de gritar. Y dolor de cabeza.
Las cosas empezaban a ir bien en más de un sentido…en todos los sentidos, de hecho. Estaba en mi apogeo. ¿Qué fue lo primero que se torció? ¡Ah, sí! El chico con el que salía…chicos, siempre traen problemas. ¿Qué fue lo que sentí en ese momento? Dejadme enumerar y aclarar:
1)      Pena, sentí mucha pena, porque era alguien que me estaba empezando a gustar bastante, y porque sabía que le estaba haciendo daño.
2)      Liberación y alegría…sí, alegría, porque por primera vez en mi vida había sido capaz de darme cuenta de que algo no iba bien antes de que fuese a peor…euforia, porque además de darme cuenta, fui capaz de superponer mi felicidad a sus necesidades, cosa que nunca antes había sido capaz de hacer.
3)      Miedo, porque volvía a estar sola.
4)      Confianza en mí misma, porque supe decirlo todo, porque sabía que, a pesar de estar haciendo daño, estaba haciendo lo correcto. Porque hacer lo que estaba haciendo me hacía feliz a mí, independientemente de cómo pensasen los demás.
5)      Desesperación, porque él no era capaz de entender lo que le decía, las mil razones que le di por las que no podía seguir con él…porque no le di ni una ni dos, sino una larga lista…de la que aún me quedan cosas por hablar.
6)      Alivio, porque me estaba quitando de encima todos los problemas que él me causaba y los que me iba a causar (algunos de los cuales he descubierto a posteriori).
7)      Traición, al descubrir cómo es en verdad él, lo bajo que puede caer por resentimiento. Y aquí he de recalcar la alegría y el alivio por habérmelo quitado de encima a tiempo.
8)      Furia, porque metió en su venganza a gente a la que quiero y que no tiene nada que ver con él, a la que ni siquiera conoce, y les intentó hacer daño, mucho daño…y culpabilidad, porque me siento responsable de su estupidez.
9)      ¿Soledad? No, no sentí soledad en ningún momento por su culpa; es más, el miedo por volver a estar sola quedaba, y sigue quedando demasiado eclipsado por el hecho de que prefiero estar sola a tener que soportar a alguien como él. Y porque confío que no va a durar.
Grité por su culpa, sí…más de lo que debería, de hecho, pues llegó un momento en que en lugar de hablar las cosas, las decía a voces, cosa que nunca antes me había pasado. Pero él no fue la única razón de mis gritos.
Esa misma semana se distanciaron dos amigos entre sí, una tercera me metió por medio alegando que sería a mí a la única que escucharían y, cuando hice por hablar y ser escuchada, esa misma amiga me echó en cara que dije más de lo que tenía que haber dicho. ¿Cómo me sentí entonces? Vuelvo a enumerar:
1)      Cansada de que la gente me meta en sus problemas para que yo los solucione, y encima me echen la culpa si me equivoco…simplemente, no tendría porqué hacerlo, podría mandarlos a todos a freír espárragos y decirles que aprendan a resolver sus propios problemas…pero no, yo siempre me quedo e intento ayudar. Tampoco es de extrañar que, teniendo que decir mil cosas- las mil que me han pedido que diga-, se me escape UNA que no tenía que decir, y más teniendo en cuenta que iba todo en la misma línea de la conversación.
2)      Hasta las narices de que luego la culpa de todo sea mía y sólo mía y, no sólo eso, sino que además se dé por hecho que no habría llegado a esa situación si no fuese por “mi afán” de meterme en medio de todo. Oye, perdona, pero ni siquiera pregunté, me metéis por la fuerza.
3)      Triste, porque era una de mis mejores amigas, porque acababa de resolver algunos problemas con ella y porque sus respuestas me dieron a entender que, después de tanto tiempo, no me conoce para nada, no sabe nada de mí.
4)      Confusa, porque siempre estoy ahí para todo lo que me pidan, para ayudar en lo que pueda, para escuchar lo que quieran contarme…y ahora resulta que, por un error, no soy de confianza. Estoy confusa porque hice ni más ni menos que lo que me pidió, excepto no callarme un pequeño dato que me pidió que no dijera…ni siquiera lo hice adrede, simplemente se lo dije junto a todo lo demás porque estaba todo relacionado y no me di cuenta, y porque no era eso lo único que tenía en la cabeza. Hice lo que ella me pidió y me lo echó en cara como si me hubiese pedido algo completamente diferente y como si me hubiese metido yo sola en el marrón, cuando ni siquiera me incumbía.
5)      Confiada, pues a pesar de haber metido la pata con ese pequeño error, sé que hice lo que debía, y sigo pensando que sus métodos no son los más adecuados para hacer las cosas, pues los problemas, cuando los hay, hay que hablarlos, no endiñárselas a otro para que las resuelva por ti…ni dejar de lado a la persona con la que tienes el problema, sin que sepa siquiera porqué y esperar a que ella sola adivine qué es lo que ha hecho mal. No es así como funcionan las cosas.
6)      Miedo, porque no quiero perderla.
7)      Traición, porque siento que a ella le da igual.
8)      Culpabilidad, porque vuelve a estar en medio alguien que no debería y que se está llevando una parte importante de toda la mierda que debería comerme yo sola.
9)  Y ganas de gritar, sí, porque creo que no es esto lo que merezco.
Podría considerarse suficiente para una persona en tan corto espacio de tiempo, y sintiéndolo todo a la vez, pues no voy cambiando mi estado anímico a lo largo del día, sino que lo siento TODO durante las 24 horas que dura. Pero no, no acaba ahí: como no es suficiente, vuelve a aparecer el primer chico, creyéndose mejor que nadie, para intentar poner en mi contra (y no sólo en la mía, metió también a mi mejor amiga, a la que ni siquiera conoce) a otros dos amigos a los que quiero, queremos las dos, muchísimo. Por suerte, ellos prefirieron aclarar las cosas antes de dar por hecho cosas que no son. He de agradecérselo, y se lo agradeceré siempre.
Lo que no consigo entender es cómo nadie tiene tanta cara dura de hacer lo que estaba haciendo y, encima, pedirle a ambas partes que no hablen entre sí para aclarar las cosas porque “es que si lo hacéis, me salpicará la mierda a mí, que no tengo nada que ver”. ¿Cómo se puede ser tan sumamente hipócrita en la vida?
Estoy colapsada, grito a quien no tengo que gritar y me enfado por nimiedades, cuando antes casi no era capaz de enfadarme. ¿No habéis tenido nunca la sensación de que vais a explotar? Así me siento yo. He intentado ser fuerte, sobrellevarlo todo de la mejor manera posible, buscar el lado positivo a cada cosa (y lo he encontrado, de ahí que sea capaz de sentirme feliz mientras siento todo lo demás), lo he hablado todo miles de veces, lo he repetido hasta la saciedad dándole vueltas y más vueltas porque sé que no me lo puedo guardar para mí, que eso no es viable. Y he llorado, cuando ya no he aguantado más he llorado en el hombro de mi madre, mientras ella me abrazaba y me intentaba consolar. Y aún tengo ganas de llorar pues, a pesar de todas las razones que tengo para ello, a pesar de todos los sentimientos que podrían impulsarme a abrir el grifo para no volverlo a cerrar, es el de culpabilidad el único que lleva las lágrimas a mis ojos y las deja resbalar.
Ya no lo aguanto y, sin embargo, sigo sintiéndome feliz, orgullosa de mí misma, pues sigo estando yo por delante del que me hace daño…aunque me duela que eso dañe al que me está dañando a mí.
Puedo llorar, me siento mal y necesito que se arregle todo de una vez, pero, he de confesarlo, aún me siento en todo lo alto...y no quiero bajar.