Mi humilde petición

Sería de agradecer que cada cual deje sus comentarios en la entrada que crea oportuna...tanto los buenos como los no tan buenos. Así puedo hacerme una idea de cómo mejorar y en qué aspectos :)

lunes, 23 de abril de 2012

María

“¡María, ven aquí, María!”
Ella corre, escapando de sus brazos con una risa angelical. Quiere que él la siga, le gusta el juego.
“¡María, venga, ven conmigo, no corras!”
Ella ha dado media vuelta y ha escapado de él por segunda vez, sin dejar de reírse ni un segundo. Todos la miran. Su pelo vuela tras ella, dando pequeños saltitos sobre las coletas que lo recogen.
Él se ha parado y la mira desde el otro extremo, esperando que ella vuelva, pues no quiere molestar a la gente de su alrededor. Ve como ella se esconde entre la gente hasta que la pierde de vista. Él se acerca sigilosamente, sin hacer ruido, para buscarla. Quiere tenerla vigilada. Al fin da con ella. Ella está de espaldas y no lo ha visto. Él sonríe con ternura y le acaricia el cuello, apenas un soplo de sus dedos sobre la fina piel de ella. Ella se vuelve sonriente, se ríe a carcajadas por el tacto de él. “¡Juan!” grita, alargando mucho la a, y echa a correr otra vez.
“¡María, no corras, ven conmigo, anda!... ¡María, ven aquí, que hay un sitio, siéntate!”
Ella se gira en su huida, lo mira a los ojos y se ríe. Al fin se deja atrapar y se sienta donde él le indica.
Él desplaza su mano por el rostro de ella en una caricia llena de infinito cariño, y ella le responde con su risa musical.
“¿Quieres jugar, María?”
Ella asiente fervientemente, con su sonrisa eterna dibujada en la cara.
“Pi-ka-¡CHU!”
Y ambos sacan las manos. Están juagando a piedra-papel-tijeras.
“Pi-ka-¡CHU! Pi-ka-¡CHU!”
El nombre del pokèmon se repite, incansable, mientras ellos sacan sus manos con la opción elegida. Piedra-papel-tijera.
“Pi-ka-¡CHU!”
Ella ríe cada vez que él silabea el nombre del bicho.
“Pi-ka-¡CHU!”
Ahora también lo ha nombrado ella, a la par que él. Ríe hasta atragantarse. Él la mira, fascinado por la belleza de esas carcajadas y la hermosura de su rostro mientras se ríe. No puede apartar los ojos de su rostro.
“Pi-ka-¡CHU!... ¡Eh, no hagas trampas! ¡Tenemos que sacar las manos a la vez, sino, no vale!”
Ella vuelve a reír ante su travesura.
“Pi-ka-¡CHU!” dicen a la vez.
Él levanta la vista y se da cuenta de que ya han llegado a su parada. Sus ojos recorren el bus, indeciso. No sabe si salir corriendo, o esperar a la siguiente. La mira a ella y parece decantarse por la segunda opción. Es lo más sensato para asegurarme de que ella está bien, dicen sus ojos.
El autobús arranca otra vez.
“Nos hemos pasado la parada María, así que ahora nos tenemos que preparar para salir corriendo, ¿vale?”
Ella asiente, se levanta en el asiento y acaricia el pelo de él. Ha dejado de prestarle atención para mirar la parada que dejan atrás, y ella la reclama. Él acude a su llamada como un rayo, le sonríe, le acaricia el rostro y observa maravillado cómo ella se vuelve a sentar, con su sonrisa perlada compensando la eterna atención de él.
Ya están llegando a la nueva parada. Él la toma entre sus brazos, con delicadeza, como si ella estuviese hecha del más fino cristal.
“Ven aquí, pequeña”, le susurra mientras ella abraza su cuello, encantada, y rodea la cintura de él con sus piernas. No tarda en entrelazar sus dedos en el pelo de él para acariciárselo mientras él la lleva. Él besa el pelo de ella mientras la abraza con ternura, pero con fuerza, como si tuviese miedo de perderla.
Baja del autobús con ella entre sus brazos. Ella sonríe y le acaricia el pelo. Él lleva, además, una mochila a la espalda. No parece que le moleste el peso extra, no mientras sea el de ella. Se alejan por el camino por el que acaban de llegar, despacio. Ella lo abraza con brazos y piernas y acaricia su pelo con una sonrisa. Él la mece suavemente entre sus brazos, con cariño, con amor, asegurándose en todo momento que su hermanita de 5 años con Síndrome de Down está cómoda sobre su pecho y hombros, que no le falta nada.
Y así, abrazados los dos, desaparecen de mi vista y de todos los que, en el bus, los miraban pasmados, sorprendidos por el despliegue de ternura que se profesaban ambos.

6 comentarios:

  1. Qué bonita la historia :')
    Ojalá todo el mundo fuese así de feliz y alegre siempre

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  2. estaba todo el bus pendiente de ellos, de la risa de la niña y del "pi-ki-¡CHU! del chaval

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  3. Y lo mejor es que es una historia real! :p

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  4. Es súper tierno, y más aún si es una historia real.
    Me gusta como escribes, te sigo ;)

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