Mi humilde petición

Sería de agradecer que cada cual deje sus comentarios en la entrada que crea oportuna...tanto los buenos como los no tan buenos. Así puedo hacerme una idea de cómo mejorar y en qué aspectos :)

jueves, 28 de abril de 2011

Confianza y autoestima

Hay veces que te dejas llevar, que dejas que te superen tus sentimientos, tus ganas de reír, tus ganas de llorar, de esconderte o de salir y gritar.
Hay veces que quieres comerte el mundo y sales a soñar, con la cabeza bien alta, riendo, observando y con tu nivel de autoconfianza rozando casi la luna. Otras, te apabulla la realidad, te da un sopapo de crueldad, te baja de las nubes y, entre ataques de canguelo te invita a esconderte para que nadie te encuentre mientras sufres el desengaño de los sueños rotos.
Escondida vivo yo desde mi última caída, con toda mi autoestima conviviendo con los hombres topo, con miedo a gustarle a alguien, con miedo a que puedan querer hacerme feliz y que pudiesen conseguirlo, porque para mí eso sólo significa que después la única sensación viable será el dolor…porque no quiero que vuelvan a hacerme daño. Siempre dije que hay que arriesgar y sufrir, luchar por la vida y por lo que deseas para conseguirlo, que si te quedas sentado no lo vas a conseguir, y no puedes quedarte quieto por miedo…y, sin embargo, yo hace tiempo que no soy capaz de mover un dedo. De hecho, temo que la brisa pueda mover mi pelo y que eso delate mi posición, que descubran dónde estoy, dónde me escondo y entonces todo el mundo pueda verme.
Todo cambia. El miedo cesa, antes o después… ¿qué prisa hay? El caso es que desaparece, se va. Sabes que volverá en algún momento, más fuerte, más débil, tampoco importa; sólo sabes que lo volverás a superar. Te da igual, le plantas cara y lo incitas a llegar, a pelear contigo porque sabes que vas a ganar. Mientras, disfrutas de la vida, de los sueños que te ofrece y huyes de la realidad que tanto te aterroriza.
Todo cambia y a veces no hay razón para ello, no hay nada que te haga decir “se me ha ido el miedo por esto o por aquello otro” o “alguien me ha dicho un algo que me ha subido el ánimo y la autoestima y me ha devuelto las ganas de soñar”. No siempre existen razones, pero a veces las hay.
Yo sigo teniendo miedo, sigo queriendo estar oculta, aunque una parte de mí quiere volver a darse a conocer, salir de mi prisión y gritarle al mundo que estoy aquí, que estoy viva y que tengo mil metas que quiero (y voy a) superar.
Quiero volver a sentir mil gritos desgarradores en un susurro, la fuerza de un huracán en un suspiro. Quiero dejar fluir la furia del mar con una sola lágrima, arrinconar una tormenta en cada carcajada. Quiero desgarrar el cielo con mi risa, oscurecer el sol con el brillo de mi mirada, hacer que llueva y, con el agua, encender una llama. 
Quiero poder decir un "te quiero" sin temer lo que pueda pasar después.
Me siento bien. Me siento guapa. Y, por primera vez en mucho tiempo, éste sentimiento está durando más que unas cuantas horas…quizás no dure más de dos o tres días. Da igual, no necesito tanto: me conformo con sentirlo ahora.
Y todo se lo debo a un simple gesto que me hizo recordar, echar de menos lo que ya no siento y sentía, un “algo”, por una vez, más fuerte que el miedo que me corroe por dentro. Y pienso aprovecharlo.

domingo, 24 de abril de 2011

Premios

¡Hola!
Hoy he recibido un premio de una bloggera, y he de compartirlo con otros cuatro escritores...
¡Aquí os lo dejo, junto a la lista de los ganadores! espero que lo difrutéis ^^:


Bueno, ahora tengo que agradecerle a  awaveath por el premio que me ha dado en su blog. ¡Muchísimas gracias! Este premio lo creó Esme (My Books & my Films) y ella, se lo dio a diez blogs, y cada de esos blogs se lo da a nueve, y así sucesivamente, en fin, sin enrollarme mucho, los que les de ahora el premio se lo tienen que dar a otros tres blogs, ¿entendido? Los premios van para:



*Pablo L
*Rafael LM
*Anyra Luna
*Al vuelo de la pluma (Namek art)

¡FELICIDADES A TODOS!

¡Y gracias a Awaveath, no sólo por el premio, sino también por el magnifico blog que está escribiendo, la historia que me tiene en ascuas, y las ganas de seguir leyéndola que me ha metido en el cuerpo!...¡Que sepas que cuando la acabes la leeré entera del tirón otra vez!

sábado, 23 de abril de 2011

Perder a un amigo


Sentir que se va, con la esperanza de que un día volverá, sabiendo que no regresará jamás…como cada lágrima que derramo.
Sentir que se escapa, que se escurre entre tus dedos y que no lo volverás a ver, que ya nada será igual…como las lágrimas que ya se han secado.
Notar cómo se estira el lazo, cómo se alarga a cada paso hasta que haya de romper, y saber que romperá.
Notar cómo tu corazón late con retraso, sentir cómo estalla en mil pedazos  y recoger cada trocito aunque ya no encajará.
Vivir con miedo a verlo, con terror a no tenerlo y certeza de que el llanto nunca cesará.
Morir con el dolor de olvidarlo, con la pena de amarlo, desangrada en una herida que nunca cerrará.
Una amistad que se ha perdido, un sueño destruido, una canción que no se acaba...es un cuento sin final.

miércoles, 20 de abril de 2011

Problemas

Necesito un psicólogo. Jaja, ¿cuántos textos habéis visto que empiecen así? Necesito un psicólogo. ¿Por qué? Porque estoy enferma, muy enferma, enferma mental. ¿Cuál es el problema? El problema es que tengo problemas, muchos problemas…miles de pequeños problemas, quizás, no lo sé…y no lo sé porque no los veo. No los veo porque no quiero verlos, no me da la gana.
Necesito un psicólogo porque hace tiempo tuve un problema, uno sólo, un problema que no quise ver, del que quise huir. Y huí. Huí centrándome en los problemas de los demás, restándole importancia al mío porque así era como si no existiese. Lo conseguí, huí del problema hasta que dejó de serlo, me escondí de él hasta que dejó de buscarme porque cuando me encontró ya se había aburrido de mí. Y todo porque me había centrado en los problemas de los demás, en escucharlos, en buscarles solución. Puede que fuese una posición de lo más cobarde, pero funcionó.
Y yo repito, y vuelvo a repetir: necesito un psicólogo. ¿Para qué, si superé ese problema huyendo de él? Pues porque vuelvo a repetir la misma cobardía… ¡pero si funcionó! ¿Por qué ahora es un problema, si en su momento funcionó? Ahora es un problema porque se ha vuelto patológico, porque se ha vuelto contra mí.
Me explico: tuve un problema, huí de él centrándome en los problemas de los demás, y lo conseguí. Volví a hacerlo, volví a centrarme en los problemas de los demás para escapar de uno mío y no pasa nada…no pasa nada hasta que resulta que me centro sola y exclusivamente en los problemas de los demás y dejo de lado TODOS los míos.
Ya no soy capaz de ver mis problemas, de saber si los tengo, cuáles son o porqué han aparecido. Vivo de los problemas de los demás, me centro sólo en ellos y nos los dejo escapar, me rodeo de problemas que no son míos.
Y ya no sé cómo hacerles frente, no sé cómo combatirlos, cómo plantarles cara. Huyo y huyo y me escondo de ellos, de sus miradas acusadoras y me centro en capturar los de los demás. Yo sólo huyo.
Necesito un psicólogo porque una vez me centré en los problemas de los demás para que el mío se solucionase solo. Necesito un psicólogo porque después de eso volví a hacerlo y fracasé…no porque ya no funcione, sino porque funciona demasiado bien.
Necesito un psicólogo porque necesito que alguien saque mis problemas de ahí, que me ayuden a encontrarlos y plantarles cara. Necesito a alguien que me ayude a progresar, a sacar lo que llevo dentro.
Curioso. Necesito un psicólogo, ahora que me he decidido a salir de la carrera y estudiar psicología. Necesito que me ayuden como yo quiero ayudar a los demás porque no sé ayudarme a mí misma.
Como suele decirse, el médico es el peor paciente que hay.
Pero necesito un psicólogo.

lunes, 18 de abril de 2011

Duele

A veces, sólo a veces, duele de verdad. A veces, sólo a veces, es mejor no pensar. Hoy es una de esas veces; una de las veces en que algo que siempre te ha dolido te duele un poco más.
Te preguntas a qué se debe que ahora sea más intenso, y no tienes que darle muchas vueltas a la respuesta para descubrirlo: lo habías superado un poco. Un poco, sí, sólo un poco, pero te había subido el ánimo, había menguado ligeramente el dolor e incluso llegaste a pensar que podría desaparecer, que todo podía encaminarse hacia un viejo sentimiento ya casi olvidado. Lo habías superado un poco y ha llegado alguien- un alguien a quien quieres mucho- y ha hecho un comentario en broma (sí, en broma) pero que te ha hundido, que te ha hecho recordar porqué estabas así, que te ha golpeado como si de una maza se tratase devolviéndote a la realidad.
¿Y por qué debería haber cambiado? Es absurdo y, sin embargo, no pudiste evitar pensar que podía haber sido diferente por una vez…sólo esa vez, que no lo habías soñado, que no fue imaginación tuya, que lo dejaste ir por miedo, no porque no existiese.
Y ahora vuelves a tener claro que es imposible que hubiese pasado nada de lo que tu mente te informó y te sientes estúpido por haberlo creído posible durante las pocas horas que duró la ilusión. Por eso ahora duele de verdad; por eso esta es una de esas veces en que es mejor no pensar.
¿Y ahora qué? Ahora estás más convencido que nunca de que tenías razón, de que cuando la gente intenta animarte a que pienses diferente, es sólo por eso, por animarte, no porque estés equivocado. Ahora sabes con absoluta certeza que nunca saldrás del bucle infinito en el que estás metido porque es absurdo pensar nada que no esté dentro de ese bucle, que sería irreal, ficticio y doloroso, pues la cruda realidad volvería a tirar de ti, atándote a un abismo de inexistente tranquilidad y armonía contigo mismo.
Duele, sí. Duele mucho, duele más de lo que te crees capaz de soportar, duele hasta que te quieres arrancar la piel y dejar de respirar. Duele y quieres acabar, no quieres seguir más. Duele, pero no quieres salir de ese dolor, pues sabes que tarde o temprano habrás de regresar y, aunque no seas capaz de imaginarlo, sabes que dolerá aún un poco más.
Por ello te doblegas ante el dolor, dejas que te inunde y que se haga dueño de ti. Te esclavizas a él, haces de él tu vida y no dejas que se aleje de ti, pues te hace daño, pero te protege de sufrir aún un poco más. Quieres huir de él, pero no quieres que se vaya.
Entonces se te ocurre que puedes hacer una cosa, algo que mitigará el dolor sin dejar que se vaya, algo que calmará sus síntomas sin dejar que desaparezcan, algo que te hará olvidar hasta que el dolor vuelva. Y, sin pensarlo más, abres el ordenador, cliqueas en el Word y comienzas a teclear tan rápido como tus dedos te lo permitan, escribiendo lo que ellos mismos te dictan sin prestar atención a las palabras que aparecen en pantalla.
¿Y el papel y el boli? No me he olvidado de ellos: sé que me están esperando encima de la mesita de mi cuarto, junto a mis posesiones más preciadas, deseando que reescriba lo ya escrito, afianzando cada palabra para que nada ni nadie pueda borrarlas nunca, pues lo que escribo con tinta sobre el papel, quedará grabado a sangre sobre mi piel.

viernes, 15 de abril de 2011

Sentir una canción

¿Quién me iba a decir a mí que una canción tan alegre me iba a hacer llorar así? Ya la había escuchado antes, me gustaba…pero sólo ahora le vi su verdadero significado, me di cuenta de lo que dice, del mensaje que grita con cada una de sus notas.
Y me hizo sentir especial.
No, no me identifico con ella. No creo que haya sido escrita para alguien en mi situación. No es de amor ni de desamor…para nada.
Me hizo sentir especial por el significado de sus palabras, por quién me la envió y en qué momento. Porque era lo que necesitaba oír. Porque es todo lo que yo quiero decir a la gente que quiero cuando se siente mal, cuando se siente como yo, cuando está hundida y no sabe cómo salir de su miseria, sea cual sea.
Me gustaba su ritmo, es pegadizo, pero no me había planteado siquiera descargármela para escucharla…la escuché una vez o dos y para mí fue suficiente, no me fijé en ella más allá de lo bien que sonaba. Hoy, ahora mismo, siento que es la canción que mejor ha marcado mi vida, a pesar de haber mil más con las que me he sentido identificada (mucho más que con esta) la primera vez que las escuché. Hoy, ahora mismo, siento que es la única canción que podrá hacerme sonreír cuando me sienta triste…pues las demás me hacen estar más triste aún, o me enfadan.
Hoy, por una canción, me he sentido afortunada, he sonreído cuando tenía ganas de llorar y he llorado porque no podía evitarlo: me he emocionado.
Sólo me queda una palabra que añadir a este escrito, la única por la que estoy escribiendo, la razón por la que estáis leyendo: GRACIAS


Bruno Mars - Count on me - Lyrics

Una lágrima

Cae una lágrima, una sola, lenta y pacientemente desde el abismo de mis ojos hacia la eternidad de la nada, del olvido, de la ausencia de dolor.
¿Y qué se lleva de mí? Me gustaría decir que el dolor, la angustia que siento por dentro, la razón de que mi estómago esté revuelto, y ese sentimiento que no se va. Pero no, nada de esto ha desaparecido, ni siquiera ha llegado a menguar…y yo me siento como un trapo despojado de cualquier derecho a sentirme normal.
Y sé la razón. Conozco la razón o razones, las causas para estar así, pero no acabo de tenerlas claras. Sólo sé que me duelen, que me hacen sentir mal y acentúan un sentimiento del que no me apetece hablar pues, por una vez, creo que sólo me haría sentir peor, no mejorar.
Una sola lágrima, una, es lo que he sido capaz de llorar, lo único que he conseguido dejar escapar, la única prueba de un sentimiento que quiero ocultar ya no existe, quedó borrada por el paso de un par de segundos que robaron su esencia.

miércoles, 13 de abril de 2011

La vida en un sueño

Dime de qué color son tus alas
Para que pueda hacerte volar,
dime de qué color tu mirada
para poder vivir sin amar.
Háblame de tus sueños
para poder contigo soñar;
cuéntame tus pesadillas
que las quiero escuchar.
No sólo hay que ver
también hay que observar,
pues los colores se viven,
se sueñan y hasta se pueden tocar.
Puedes vivir sin creer,
puedes vivir sin soñar
Y tu vida será un fantasma
que nunca vivirá…
Y es que la vida necesita sueños,
hadas con las que jugar…
Y cada hada tiene un elfo
al que puede o no amar.

domingo, 10 de abril de 2011

Una noche sin sueño

Necesito escribir, sacar lo que llevo dentro, lo que me quema las entrañas y no me deja dormir.  Necesito desahogarme, decir lo que ya mil veces he dicho, dejar escrito lo que mi boca ya ha hablado…pero no sé ni cómo empezar, pues el tema del miedo ya lo tengo más que estrujado, hecho zumo, y miedo es lo único que siento. Por miedo estoy despierta, escribiendo esto.
Me duele el cuerpo entero, desde los dedos de mis pies hasta la misma punta del pelo. Estoy harta de dar vueltas en la cama, de levantarme para ir al baño sólo por levantarme de la cama. Aborrezco con toda mi alma las ganas de vomitar que tengo, el mal cuerpo que me dejan y el hecho de no poder hacerlo. Me pesan los párpados por las horas y horas que no han dormido, por la falta de sueño divino y el llanto que los ha consumido.
Intento cerrar los ojos, dejar la mente en blanco para no desesperar más, para intentar quedarme dormida, mas no acaban de juntarse mis pestañas y me abordan pesadillas. No son malos sueños, ni siquiera dan terror…es más, son de lo más absurdo, pensamientos inútiles sobre cosas más inútiles aún que ni siquiera tienen que ver conmigo. Pero me quitan el sueño.
Por otra parte, está esa maldita canción que ha entrado en cada resquicio de mi cerebro y se ha apoderado de él. Lo peor no es la canción en sí, es que me siento del todo identificada con ella, y eso me roba el poco sueño que pudiere quedarme en el cuerpo. Esto es una mierda.
Me gustaría al menos saber a qué viene tanto nervio, la razón por la que el contenido de mi estómago no sabe si subir, bajar, o quedarse donde está un rato más. Siento como si quisiera echar hasta el primer desayuno, pero no me siento con fuerzas…incluso he pasado un rato pensando diferentes formas para provocarlo, ya que eso liberaría una gran tensión en mi cuerpo (puede que incluso me dejase dormir los pocos minutos que  me restan), pero no soy capaz de hacerlo. Mientras sí, mientras no, se me plantea una gran duda: ¿qué demonios voy a desayunar, si tengo ganas de vomitarlo incluso antes de saber lo que es? Me gustaría tener respuesta a esta pregunta, pues desayuno en hora y media, poco más o menos. Y me gustaría que mi estómago dejase de dar vueltas como un poseso, que quietecito está muy bien.
Por el amor de Dios, si ni siquiera estoy en la cama…llevo en el sofá del salón desde las 6 de la mañana, esperando que suene el despertador. Pero ni mi paciencia ni mi espalda pueden más. Y mi cabeza necesita escribir (al menos así se libera de todo lo que pueda estar pensando, aunque ahora tampoco sé lo es).
Cientos de bostezos acuden a la rivera de mis labios para aliviar la presión que se acumula tras el rojo de mis ojos. Me piden que cierre los párpados y duerma un rato, que al despertador aún le quedan unos 85 minutos para sonar, que puedo aprovecharlos. Pero sé que mi cabeza volvería a dejarse llevar por esa vorágine de pensamientos descontrolados hasta volverme loca, y ya no lo aguanto más.
Ya no sé ni cómo sentarme, ni cómo estirarme, ni cómo colocar el portátil para estar más cómoda y aliviar el dolor que presiona sobre mi espalda. No sé cómo colocarme ni cómo voy a salir de aquí si por fin la plasta de comida sin digerir decide salir por donde ha entrado
Y no, no sé cómo relajarme…sólo necesito dormir.
Por ahora, a tan sólo una hora y cuarto del fatal sonido de la alarma, me dispongo a cerrar los ojos, aún con la luz encendida, y dejarme descansar. No pretendo ni moverme.
Por cierto, no, este escrito no me ha servido más que para distraerme un rato pero, ese rato, bienvenido sea.

martes, 5 de abril de 2011

Calor

Sofocantes como fuego
que te abrasa el interior
se hacen los día en el suelo
como si estuvieses en el sol.
Sangre, sudor y lágrimas
recorren mil veces tu piel
secándote las entrañas,
guarreándote la tez.
Esto es el verano:
sol, sudor y luz
que dejan asqueados
a viejos y juventud.
Esto es el verano:
sol, sudor y luz
que te dejan bien cegados
¡Ay, Dios mío, qué cruz!

viernes, 1 de abril de 2011

Recuerdos

Amontonados en un oscuro rincón de mi mente, cogiendo polvo unos, siendo espachurrados otros, yacen mil recuerdos de un pasado triste y cruel a veces, feliz y divertido el resto del tiempo.
Guardo el pasado en cajas de fotos que algún día se perderán, quedarán borradas en el olvido de alguien a quien no pertenecen. Mientras, me deleito con ellas. Las miro una a una, una y otra vez. Las giro entre mis dedos y evoco las imágenes que las precedían...otras veces, las que venían detrás. Las observo y recuerdo las palabras del momento, cada conversación...o me vienen  a la mente recuerdos de otro tiempo, otro lugar. Otra persona.
A veces, sólo a veces, también sueño. Sueño ese pasado, cada momento de él; lo cambio, juego con el tiempo, lo traslado de sitio y acaricio cada buena sensación una y otra vez.
A veces, sólo a veces, convierto los recuerdos de verdad en sueños que podrían haber sido, situaciones que podrían haber ocurrido -o no-, cambiando una palabra, un gesto...una mirada. Cualquier mínima acción podría haber convertido lo que hoy es un recuerdo, en otro muy diferente. En un sueño vivido. O en una pesadilla, quién sabe.
Imagino qué habría pasado, cómo habría sido si en lugar de esto hubiese hecho o dicho aquello. Beso recuerdos que no existen, me abrazo a sueños que se desvanecen entre mis dedos, que fluyen a través de mi piel hasta un infinito lleno de nada, vacío de oscuridad, donde ya nunca tendrán la oportunidad de nacer. Y qué más dará...al fin y al cabo, son sólo sueños de recuerdos que ya han pasado, y el pasado enterrado ha de quedar.
Recuerdos. Momentos que quiero que vuelvan, otros que quiero olvidar. Unos quedan grabados, otros los quiero cambiar. Algunos me gustaría cambiarlos a mejor, vivirlos con más intensidad. Me gustaría haber sido capaz de superar ciertos miedos, hacer que desaparezcan ciertos sentimientos o agrandar otros para que fuese un recuerdo inolvidable en lugar de una imagen impresa en un trozo de papel.
Otros me gustaría moverlos en el tiempo para disfrutar más de ellos; para achicar un mal sentimiento: el sufrimiento.
Y, a pesar de todo, aquí siguen todos, intactos, perennes, colgando de mil ramas diferentes en cada resquicio de mi mente, anidando en cada hueco de mi corazón. Casi borrados los de las ramas más altas, faltos del sentimiento que les corresponde. Ya olvidados y cicatrizados los que en algún momento cayeron del árbol de mi vida y se perdieron con la brisa de cada uno de mis suspiros.
La mayoría son importantes, otros no sé porqué los guardo, pero no puedo olvidarlos...y, sin embargo, perdí detalles, palabras y miradas que no deberían haber desaparecido jamás. Unos arrancados como fruta podrida, a pesar de ser dulces y jugosos cual delicioso manjar. Otros desaparecieron por la propia acción de la gravedad.
¿Y qué más da, si los recuerdos pasado son, y nunca volverán?


"Hay momentos en que es mejor recordar una foto que contemplarla: duele menos, dice más, y el sentimiento no cambia. Lo importante es no olvidar."