Mi humilde petición

Sería de agradecer que cada cual deje sus comentarios en la entrada que crea oportuna...tanto los buenos como los no tan buenos. Así puedo hacerme una idea de cómo mejorar y en qué aspectos :)

lunes, 25 de marzo de 2013

LA GUERRA EN LA NIEBLA VII


El enemigo los superaba ligeramente en número y, sobre todo, en fuerza, pero los duendes estaban muy bien entrenados y su lucha era muy efectiva; manejaban las espadas con gran agilidad, algunos usando ambas manos, y otros sólo una. Al contrario que sus enemigos, ninguno de ellos llevaba más escudo que la propia espada; sin embargo, esto no les suponía ningún problema, pues la extraña aleación con la que habían sido fabricadas las espadas les permitía partir los escudos de madera que usaban los orcos y trasgos como si de hojas se tratase, dejándolos tan indefensos como ellos se encontraban.
Las dríades esquivaban ágilmente los brutales ataques con que eran embestidas. Sus movimientos eran tan fluidos como el viento, y se agachaban o saltaban con la misma rapidez con la que solían subir a los árboles. Cuando se veían acorraladas, se camuflaban con el árbol más cercano, o desaparecían subiéndose a los mismos, ante la perpleja mirada de sus contrincantes, que no eran capaces de volver a localizarlas hasta que era demasiado tarde: aprovechando la confusión momentánea que producían al desaparecer, las dríades ensartaban a sus enemigos con sus lanzas y, siendo conscientes de haber delatado su propia posición a otros enemigos cercanos, saltaban del árbol y los atravesaban con la espada antes recuperar sus lanzas y volver a desaparecer.
En el agua, las náyades y sirenas se enzarzaron unas con otras, desgarrándose la piel y las escamas con dientes y uñas. El cuerpo de las náyades, cubierto completamente por oscuras y diminutas escamas, era liso y resbaladizo, mientras que la piel de las sirenas, más parecida a la piel de los humanos, aunque más dura, era más fácil de rasgar; además, las náyades podían usar las afiladas uñas de sus palmeados pies para ayudarse a sí mimas en la tarea de arañar la piel de sus enemigas, mientras que estas contaban sólo con sus aletas, con las que únicamente podían golpear y mantenerse a flote. Sin embargo, las náyades estaban en gran desventaja numérica, y este hecho pronto se hizo notar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario